Dicen que las mujeres se enamoran de los escritores (como quien se enamora de cualquier otro). Me ha pasado. Muchas mujeres (no tantas en realidad), que me ignoraban por completo, cuando se enteraron que soy un prospecto de escritor, se me acercaron con intenciones poco buenas y poco morales. Es que este oficio es tan cautivador como decepcionante: cautivador para los que nos aventuramos y dejamos todo por dedicarnos a ficcionar; decepcionante para quienes se dan cuenta que los escritores no tenemos ni para saciar la necesidad instantánea del mendigo de la esquina.
He comprobado que somos como
esos insectos extraños a los que todo el mundo examina cuando son descubiertos.
Los estudian, y los abren, y les sacan las entrañas y el cerebro para saber qué
hay dentro, y luego, cuando todo está consumado, cuando ya saciaron su sed de científicos
pro-obtención-de-conocimientos-para-el-mundo, solo entonces, se les deja en
paz, a los que quedan, cuando ya la cantidad de especímenes no supera los diez,
solo entonces, se les ignora, se les abandona. Así somos los insectos extraños,
así somos los escritores.
Las chicas que se acercan
donde los escritores lo hacen con la ingenuidad de Eva al comer el fruto
prohibido. Luego de un tiempo, no mucho pues la reacción a veces es
instantánea, las susodichas nos
descartan al darse cuenta que nuestros bolsillos están llenos “solo” de poemas
y lápices, e ilusiones y más poemas, e ideas de cuentos y novelas, y alguno que
otro sueño.
Es así que el joven escritor
regresa a la soledad, a escribir sus más sentidos poemas. Después de todo, no
es malo el obrar de dichas féminas, al contrario, si no fuera por ellas, no habría
escritores románticos y desdichados y geniales. Así que, aunque nos retorzamos
de dolor por la ausencia del amor de nuestras vidas (qué estúpido suena esto)
es de ahí de donde nos valemos para explotar nuestro arte.
De pronto siento que el
escrito se ha vuelto un tanto machista. No me olvidé de ustedes escritoras,
tanta mujer valiosa que expresa con mejor tino las emociones humanas y
animales. Recuerdo que me enamoré de una poetisa, Dios, qué hermosa, con dedos
llenos de magia, su voz era el poema que todo poeta busca, era el poema más
hermoso que se hubiera escrito (qué patético), era… lesbiana. Maldita sea, mi
primer amor poético y era lesbiana. Aún sigo en amores con ella, ella no lo
sabe, así que le hago el amor a su alma (estas son todas las estupideces que el
amor nos provoca escribir). Me doy cuenta que he confundido amor con enamoramiento,
tendré que filosofar un tanto con respecto a esto, así que el tema, por lo
pronto, se queda ahí.
El propósito de escribir
esto no es mostrar a los escritores como seres incomprendidos (la verdad es que
sí lo son, pero eso solo lo confiesan ellos para sus adentros, no para el
público), como seres que se inmolan por amor a la humanidad. Nada de eso. El
fin último es que nos demos cuenta que el oficio del escritor es tan sincero
como los demás (como los que son sinceros, por supuesto, aquí no entra el
oficio de “gestor de obtención de artículos de pertenencia ajena” o “choro”, o
el de “vigilancia exhaustiva no requerida con propósito de habilitación de
guardado permanente de los ahorros de toda su vida” o “marca”, no, esos no).
El oficio del escritor es
maravilloso, para los escritores, claro está. Al final, los escritores no somos
nada del otro mundo, qué idiota quien piensa eso, somos solo seres humanos que
escriben, como el zapatero que arregla zapatos, o como el mototaxista que
maneja su mototaxi, y así. Cualquiera puede ser escritor, si hasta la autora de
una saga romántica de vampiros y una exconductora peruana de tv basura escriben.
Cualquiera puede escribir, de allí a llegar ser buen escritor es otro asunto.
Feliz día a todos los buenos escritores.
Cualquiera puede escribir pero no todos saben escribir - buen pensamiento profe
ResponderEliminarLo importante es escribir, no importa cuánto. El arte es esfuerzo.
EliminarHermoso, yo escribo y estoy enamorada platónicamente de un escritor .Debo decir ,que lo amaba más cuando no tenía nada más que palabras.Ahora, infelizmente para mi , tiene mucha fama y seguidoras por añadidura ...
ResponderEliminarOtro mensaje que recién veo. Sí, la bendita fama. Hace poco escuché al actor peruano Reynaldo Arenas que no se debe buscar la fama, solo el reconocimiento. Lamento, por ti, que a tu escritor le vaya tan bien.
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