lunes, 30 de enero de 2012

Ser o intentarlo al menos

Hoy escribiré cuanto se me venga a la cabeza. Me disculpo si hiero susceptibilidades y por el desorden. La verdad es que no me disculpo por nada, al menos hoy no. Aquí voy.

He vuelto a mirar atrás. Y todo se lo debo a mi maldita escasa imaginación y a mi poco confiable memoria. Pero qué más da. El hombre es fusión del pasado, presente y futuro (un futuro que en un instante se hace presente y al siguiente, pasado ¿Existe el futuro? ¿Y el presente?...gracias Borges por meterme en el infinito y dichoso cuestionamiento del tiempo).

He vuelto a mirar atrás y vi muchas de mis tardes eclipsadas por mis volubles estados de ánimo. He sido un tipo depresivo siempre, duele creer que nadie te entiende (soy acaso el único idiota que sabe que lo que cree no es cierto y sigue creyéndolo, seguro que habrán muchos como yo) y en esos instantes de desesperación son tan atractivas las corbatas que cuelgan presas de gravedad de alguna viga. Vaya que trae problemas llorar un segundo, y reír al otro, y estar enojado al siguiente, y mirar la nada al subsiguiente…lucho por no caer en eso de nuevo.

He estado en esos momentos en los que muchos, encerrados en sus habitaciones, han llorado como niños, han querido arrancarse el alma y dejar este insano mundo. Como muchos otros, también, escuchando música que no ayuda nada y que por el contrario te entristece más. ¡Qué tonto!, pero en ese momento no hay nada razonable, nada puede hacerte sentir mejor. Talvez un abrazo o buscar a alguien que te escuche, pero cuando lo haces no hay nadie y cuando ese alguien aparece ya no quieres hablar, ya es tarde para hablar, solo quieres llorar.

Tantas tardes mías, y de otros, han sido grises por mi culpa (he decidido no echarle la culpa a nadie más que a mí). Todo cuanto ha pasado en mi vida ha sido culpa mía, aunque muchos han colaborado. Soy un tipo que deshecha gente como se deshecha una botella de plástico (en un tacho de basura de hecho, agradezcan quienes han sido víctimas de mi total indiferencia que ha sido en un tacho y no en la calle, agradézcanselo a mi respeto por la Tierra). Porque así como hay gente que vale tanto como una moneda de oro (digámoslo así, una moneda del material que sea me vale nada), hay quienes son menos importantes que un affaire (depende de con quién). Yo también he sido desechado, de seguro de forma patética, de la vida de muchos, pero gran favor me han hecho haciendo lo que yo no podía (lo que me apena es que fui desechado como botella de plástico, es más, como un simple papelito, tan chiquito que no valía darse el tiempo de buscar un tacho, y quedé ahí en la acera a merced de cuánto transeúnte con los zapatos sucios me pisoteara. Lo trágico aparecía cuando me tocaba un zapato con chicle o con algún “regalito” de perro).

Siempre me dije que la gente no cambia, solo mejora o empeora (no recuerdo haberlo escuchado, aunque últimamente se lo he escuchado a todo mundo, a muchos figurettis sobre todo) y seguiré pensando eso. Y seguiré siendo un cobarde, un maldito cobarde (me he dado cuenta que siempre maldigo, eso también lo seguiré haciendo). Le seguiré teniendo miedo a las agujas, a los perros, a los globos (?), bueno en realidad es incomodidad por los sonidos estridentes, y a un par de cientos de cosas más.

Seguiré diciendo que soy un tipo feliz porque eso sí, me quiero y mucho (de una forma rara, pero me quiero). Seguiré diciéndolo aunque siempre camine con el ceño fruncido. Seguiré mirando mal a ciertas gentes (no odio a nadie, solo al maldito doctor que de niño me recetó no sé cuántas miles de inyecciones y a las enfermeras que perforaron mis glúteos, responsables de mis traumas con las agujas) y seguiré siendo mirado mal, creo que mi rostro es golpeable, yo también quisiera golpear a quien como idiota me mirara maníacamente.

Seguiré repudiando a los toreros y a quienes disfrutan viendo como estos cobardes (que son más cobardes que yo) matan toros. Carniceros malditos. Asesinos malditos. Algún día podré hacer algo más que repudiarlos (advertidas están las autoridades, no se sorprendan cuando empiecen a aparecer toreros muertos). Seguiré respetando las luces rojas (aunque duren 80 segundos como en la Av. Mayolo, y el maldito carro que se “come” 3 cambios de luces). Seguiré insultando a quienes botan basura en la calle. Seguiré gritándoles a los policías que rellenan sus crucigramas en vez de trabajar, a quienes se dejan coimear. Seguiré escuchando a Calle 13 y 6-voltios, a Joaquín Sabina y The Beatles, a Intoxicados y a Calamaro, a Daniel F y a Sex pistols, a Jarabe de palo y a Diazepunk, a Rezaka y a Nirvana… y a Chabelos. Y a Tongo cuando saque un nuevo hit (maldita sea, este tipo es tan inteligente que nos hace creer que es idiota).

Seguiré viendo con respeto al Che Guevara, pero seguiré repudiando a Fidel, a Chávez y a Humala (Vargas Llosa no pudiste dejar de lado tus rencillas con Fujimori, a quien también repudio y al mismo nivel que a Abimael, y a toda la sarta de desmemoriados (no quiero utilizar la palabra "idiotas"), que apoyan al Movadef). Seguiré leyendo la columna de Bayli los lunes en un diario local, a Beto Ortiz los domingos (jamás veré su programa). Me seguirá cayendo mal Mónica Delta y todos aquellos quienes han dejado que “el mudo” Castañeda hable (que hable sobre Comunicore y no sobre sus miles de escaleritas amarillas, tan fácil es conquistar al pueblo).

Seguiré, prosigo, comprando libros originales a 3 soles en el cruce de la Panamericana con Izaguirre. Seguiré coleccionando comics, rellenando crucigramas, leyendo Condorito, Mafalda, Macanudo…Seguiré...haciendo muchas cosas y dejaré de hacer otras tantas. En fin, trataré de ser una persona útil a este mundo, al menos a mi mundo. No me ofrezco al mundo como hombre sino como persona y seguiré en el intento por mejorar mi estado actual. Es todo... por ahora.